12 noviembre, 2025

Los Nuevos Rumbos de la Guía del PMBOK®: Una Mirada a la Octava Edición

I. Una conversación necesaria

–¿Otra versión de la Guía del PMBOK es lanzada en 2025? Pregunta la voz escéptica que habita en muchos gerentes de proyecto. Apenas estábamos digiriendo los doce principios y los dominios de desempeño de la séptima, cuando el PMI anuncia una octava edición.

–Sí, responde la voz más analítica, pero no se trata de un retroceso. Es una integración. La octava edición no borra la séptima; la complementa. Trae de vuelta la claridad procesal que muchos extrañaban, pero sin abandonar el enfoque sistémico, adaptable y orientado al valor que introdujo su predecesora.

El diálogo no es trivial: implica revisar cómo entendemos la gestión de proyectos en una era donde los límites entre lo predictivo, lo ágil y lo híbrido son cada vez más difusos.


II. Del pensamiento por procesos al pensamiento por principios… y de regreso

La séptima edición de la Guía del PMBOK® (2021) rompió con más de dos décadas de tradición. Abandonó los 49 procesos y sus entradas y salidas, para centrarse en 12 principios de gestión y 8 dominios de desempeño. Fue un giro conceptual: el PMI quiso pasar del manual de procedimientos al marco de pensamiento adaptativo.

Sin embargo, la octava edición (2025) asume que no basta con comprender los principios; también hay que operacionalizarlos. Por eso retoma los grupos de procesos, rebautizados como Focus Areas, e introduce una síntesis: 6 principios, 7 dominios y 5 áreas de enfoque. Un nuevo equilibrio entre lo filosófico y lo práctico, entre la dirección estratégica y la ejecución disciplinada.


III. Las nuevas coordenadas del marco

–Entonces, ¿la octava edición contradice la séptima?

–De ninguna manera, responde la voz analítica. La octava es, más bien, su evolución natural.

El documento sigue dividido en dos partes: (1) El Estándar para la Dirección de Proyectos, que define el sistema de entrega de valor, el entorno y los principios; y (2) La Guía del PMBOK®, que desarrolla los dominios de desempeño, las herramientas y los procesos.

Pero hay un cambio de fondo: el texto se vuelve más accesible, empírico y basado en evidencia. PMI recopiló más 40.000 aspectos de datos globales y dos rondas de revisión pública para estructurar una Guía más conectada con la práctica real de los proyectos.


Figura 1. Esquema de Migración de La Guía del PMBOK (8a. Ed.)Esquema de Migración

Fuente: (PMI, p. 363)

 

IV. Seis principios, una visión integrada

Esta edición define seis principios de gestión de proyectos que guían una práctica eficaz. Estos seis principios son el resultado de una simplificación, impulsada por la comunidad, de los doce principios definidos en la edición anterior. En la octava edición, los principios se han perfeccionado para ser más prácticos y se han consolidado para minimizar la redundancia, la duplicación y la confusión (PMI, 2025). 

Los doce principios de la séptima se resumen en seis grandes ejes de acción, todos con un marcado énfasis en la ética, la sostenibilidad y la responsabilidad social:

  1. Adoptar una visión holística del proyecto.
  2. Enfocarse en el valor.
  3. Integrar la calidad en procesos y entregables.
  4. Ejercer un liderazgo responsable.
  5. Incorporar la sostenibilidad en todas las áreas del proyecto.
  6. Construir una cultura empoderada.

Esta simplificación no resta profundidad; al contrario, permite conectar la dirección de proyectos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la gobernanza organizacional y las exigencias de transformación digital.

Figura 2. Principios de La Guía del PMBOK (8a. Ed.)Seis principios - Guía del PMBOK 8a. Ed.


V. Los nuevos dominios del desempeño

La séptima edición había definido ocho dominios interconectados (interesados, equipo, ciclo de vida, planificación, trabajo del proyecto, entrega, medición e incertidumbre). La octava edición los reorganiza en siete dominios más clásicos, pero revisados con una mirada contemporánea:

  1. Gobernanza, como eje central de la alineación estratégica.
  2. Alcance, con énfasis en la definición dinámica del valor.
  3. Cronograma, que incorpora cadencias iterativas.
  4. Finanzas, nuevo dominio que mide sostenibilidad y retorno.
  5. Interesados, más enfocado en la comunicación continua.
  6. Recursos, entendidos en clave de equipos y capacidades.
  7. Riesgos, ahora integrados con incertidumbre y complejidad.

Cada dominio incluye secciones sobre conceptos clave, procesos, consideraciones de adaptación e interacciones, lo que devuelve al lector la sensación de navegabilidad práctica que tenía la Guía del PMBOK de antaño, pero en un lenguaje moderno.

Figura 3. Dominios de Desempeño de La Guía del PMBOK (8a. Ed.)Dominios de desempeño - Guía del PMBOK 8a. Ed.


VI. El retorno de los procesos

Uno de los grandes reclamos de la comunidad era la pérdida de los grupos de procesos. La octava edición responde reintroduciéndolos como Focus Areas, es decir, áreas de atención que atraviesan cualquier enfoque metodológico:

  • Iniciación, donde el propósito y el valor se alinean.
  • Planeación, donde se define la estrategia de ejecución.
  • Ejecución, donde la colaboración se transforma en entrega.
  • Monitoreo y control, donde la realidad se mide y ajusta.
  • Cierre, donde el valor se transfiere y el aprendizaje se consolida.

No se trata de una regresión al modelo de la sexta edición, sino de un puente entre el pensamiento ágil y la disciplina del control.

Históricamente, estas cinco Áreas de Enfoque se presentaban como categorías lógicas de procesos formales de gestión de proyectos, conocidos como Grupos de Procesos de Gestión de Proyectos. En cambio, los proyectos actuales suelen satisfacer estos cinco conceptos mediante el uso de múltiples enfoques. Además de los procesos formales, los ciclos de vida de los proyectos también se gestionan frecuentemente mediante prácticas informales o políticas flexibles. Por ello, estos Grupos de Procesos históricos se han reinterpretado como Áreas de Enfoque (PMI, 2025, p.9).

 

Tabla 1. Aspectos a considerar en el enfoque por procesos

Aspecto

7ª Edición

8ª Edición

Modelo de procesos

Eliminado, en favor de modelos conceptuales

Reintroducido (procesos actualizados) bajo los dominios y áreas de enfoque

Herramientas y técnicas

Listadas en apéndices (modelos, métodos, artefactos)

Capítulos específicos: “Inputs and Outputs” y “Tools and Techniques”

Enfoque práctico

General y contextual

Detallado, operativo y basado en evidencia empírica


El PMI vuelve a publicar un catálogo de 40 procesos, organizados por dominios y acompañados de entradas, salidas, herramientas y técnicas. Además, dedica capítulos completos a Entradas y Salidas, así como a Herramientas y Técnicas, devolviendo a los gerentes una brújula metodológica sin perder el espíritu adaptable.

A esto se suma un nuevo principio transversal: la sostenibilidad integrada, que recorre desde la planificación hasta el cierre, recordando que no hay éxito de proyecto si compromete el futuro.


VII. La síntesis conceptual: de la ciencia al arte

La conversación entre ambas versiones puede resumirse así: la séptima privilegió la filosofía de la gestión; la octava recupera la ciencia del proceso. Juntas, trazan una ruta hacia un modelo integral: flexible, empírico y humano.

El director de proyecto ya no es un administrador de tareas, sino un líder responsable del valor y del impacto organizacional, un arquitecto de confianza que debe navegar entre métricas, ética y cultura.


VIII. Reflexión final: la gestión como conversación continua

–Entonces, ¿cuál edición deberíamos seguir?, pregunta la voz crítica, cerrando el diálogo.

–Ambas, responde la otra con serenidad. La séptima nos enseñó a pensar, la octava nos recuerda cómo actuar.

La gestión de proyectos es eso: una conversación permanente entre la estructura y el sentido, entre la técnica y la visión, entre el cronograma y el propósito.  Y en esa conversación –como en nuestro blog de La Esquina de la Gestión– seguimos aprendiendo, dialogando y construyendo valor.


Tabla 2. Perfeccionamiento de los principios de gestión de proyectos

Principios de la Séptima Edición

Ubicación en la Octava Edición

Justificación

3.9 Navegar la Complejidad

Principio redefinido: Adoptar una Visión Holística

Las interacciones entre las organizaciones, los interesados y las geografías de un proyecto representan un sistema complejo. El éxito requiere que los profesionales 'amplíen la mirada' para identificar restricciones y cambios relacionados.

3.5 Reconocer, Evaluar y Responder a las Interacciones del Sistema

Principio redefinido: Adoptar una Visión Holística

Las interacciones entre las organizaciones, los interesados y las geografías de un proyecto representan un sistema complejo. El éxito requiere ampliar la perspectiva para ver restricciones y cambios relacionados.

3.3 Participar Efectivamente con los Interesados
3.4 Enfocarse en el Valor
3.11 Adoptar Adaptabilidad y Resiliencia
3.12 Habilitar el Cambio para Lograr el Estado Futuro

Principio redefinido: Enfocarse en el Valor
+
Dominio de Desempeño: Interesados

El valor es el impulsor fundamental de los proyectos. El valor solo existe cuando los interesados son comprendidos y guiados durante los cambios que el proyecto experimenta y promueve. La participación de los interesados recibe un tratamiento más profundo como dominio de desempeño.

3.8 Construir Calidad en los Procesos y Entregables

Principio refinado: Integrar la Calidad en los Procesos y Entregables

La calidad es una dimensión que abarca tanto los resultados descritos en los dominios de desempeño como los resultados finales.

3.2 Crear un Equipo Colaborativo de Proyecto

Principio refinado: Construir una Cultura Empoderada

Construir una cultura empoderada implica fortalecer el entorno del equipo de proyecto y la colaboración efectiva con todos los interesados.

3.6 Demostrar Comportamientos de Liderazgo
3.1 Ser un Administrador Diligente, Respetuoso y Cuidadoso

Principio redefinido: Ser un Líder Responsable

Aclara qué comportamientos de liderazgo impulsan el éxito del proyecto. La administración responsable es uno de ellos y se relaciona con la rendición de cuentas profesional.

3.7 Adaptar Según el Contexto

Migrado a la Sección de Adaptación (Tailoring)

Aunque la adaptación es un concepto clave para el éxito del proyecto, se prefiere que sea discutida mediante mecanismos de gestión concretos y ejemplos prácticos.

3.10 Optimizar las Respuestas a los Riesgos

Migrado al Dominio de Desempeño: Gestión de Riesgos

Aunque la gestión de amenazas y oportunidades es esencial para el éxito del proyecto, se prefiere abordarla mediante mecanismos concretos, en relación con otros principios y dominios de desempeño.

Fuente: Adaptado de (PMI, p.364)

Referencias

  • Project Management Institute. (2021). Guía de los fundamentos para la dirección de proyectos (7ª ed). Pennsylvania: PMI Publications.
  • Project Management Institute. (2025). Guía de los fundamentos para la dirección de proyectos (8ª ed). Pennsylvania: PMI Publications.
  • Redondo, A. (2016). Los cambios de la Guía del PMBOK® 7ª Edición. https://alredsa.blogspot.com/2023/01/los-cambios-de-la-guia-del-pmbok-7a.html


19 septiembre, 2025

Panelada: cuando la propiedad industrial se enfrenta a la dignidad campesina

En Colombia estamos acostumbrados a que los campesinos aparezcan en los discursos como guardianes de la tradición, pero rara vez como actores económicos plenos. La suspensión provisional de la marca “Panelada” por parte del Tribunal Administrativo de Cundinamarca rompe con esa lógica. No es solo una decisión jurídica sobre un registro marcario; es un reconocimiento histórico de que la economía rural merece un lugar prioritario en la Constitución, en las políticas públicas y en la conciencia colectiva.

En 2020 la Superintendencia de Industria y Comercio concedió el registro de la marca Panelada a una empresa de alimentos que vendía un producto industrial con edulcorantes y aditivos. El nombre evocaba inevitablemente a la panela, ese bloque ámbar que endulza la memoria colectiva y que representa el sustento de más de 380.000 familias vinculadas a su producción. El riesgo de confusión era evidente: ¿cómo distinguir entre la panela natural y un producto industrializado con un nombre tan parecido? El tribunal respondió con firmeza: la marca debía suspenderse, pues el daño no se limitaba al consumidor engañado, sino también al corazón mismo de esta actividad agrícola.

Imagen obtenida de: Éxito.com

Lo novedoso del fallo no está solo en la cautela frente al engaño, sino en el reconocimiento expreso del valor económico de quienes producen panela como sujetos de protección especial. Hasta ahora, cuando se hablaba de sus derechos, el énfasis solía ponerse en lo cultural o simbólico. Esta vez el juez puso el acento en lo productivo: la panela no es únicamente tradición; es empleo, ingresos y competitividad. Defenderla es amparar una cadena de valor que sostiene regiones enteras del país.

Ese reconocimiento tiene un peso inmenso en un contexto donde el campo suele quedar relegado en la política económica. El fallo envía un mensaje claro: no se puede hablar de propiedad industrial ni de innovación empresarial sin tener en cuenta el impacto que estas decisiones tienen en la vida de las comunidades agrícolas. La marca ya no es un asunto exclusivamente comercial; es también un asunto de justicia social.

Cada panela –sólida o pulverizada– que llega a los hogares colombianos representa el esfuerzo de familias campesinas que trabajan desde la madrugada, sostienen escuelas rurales y mantienen vivas economías locales. Cuando un nombre confunde al consumidor y le resta valor al producto tradicional, lo que se erosiona no es solo un símbolo cultural, sino la dignidad económica de miles de hogares.

Aunque este fallo podría incomodar a algunos sectores empresariales, les recuerda que los derechos de propiedad industrial no son absolutos. Una marca no puede construirse sobre la base de la confusión ni de la apropiación indebida de una tradición productiva. La innovación es bienvenida, pero no a costa de los más vulnerables. La creatividad de mercado tiene que dialogar con la ética y reconocer los límites que impone el respeto a las comunidades.

Lo ocurrido debería servir de alerta para otros productos tradicionales: café, cacao, bocadillo, queso costeño, por mencionar algunos. Si el precedente se consolida, Colombia estará dando un paso decisivo hacia la protección de las denominaciones de origen, las marcas colectivas y los bienes comunes que constituyen nuestro patrimonio productivo y cultural. No se trata de frenar la iniciativa privada, sino de asegurar que esta no atropelle las bases de la economía rural.

El 26 de agosto de 2025 quedará registrado como el día en que un juez colombiano decidió que la vida en el campo no podía seguir siendo invisible. Ese día no solo se suspendió una marca; se dignificó el trabajo de las familias que con cada panela sostienen nuestra mesa y nuestra identidad. Que no se nos olvide: proteger la panela es defender a quienes la producen, y cuidarlos a ellos es mantener viva la memoria productiva del país.

Finalmente, el caso también abre un debate más amplio sobre los límites de la propiedad industrial. Cuando un término ha sido usado colectivamente durante décadas, como parte del lenguaje y de las prácticas cotidianas, ¿puede ser apropiado por una sola empresa? ¿Hasta dónde una denominación se convierte en patrimonio cultural y deja de ser un simple recurso comercial? Y, sobre todo, ¿cómo garantizar protección a comunidades que no han formalizado de manera institucional su identidad de marca, pero cuyos productos y saberes sostienen la memoria productiva del país?

16 septiembre, 2025

Un Viaje por los Ciclos de Vida de los Proyectos: desde lo Predictivo hasta lo Híbrido

El ciclo de vida de los proyectos puede entenderse como una metáfora ilustrativa y, al mismo tiempo, como un marco de trabajo y despliegue que organiza el tránsito de una idea inicial hasta su materialización. Al igual que los seres vivos, todo proyecto tiene un inicio, una etapa de madurez y un cierre: nace de los requerimientos que lo justifican, se fortalece mediante la planificación y la ejecución, y culmina cuando los entregables se concretan y generan valor para los interesados. 

Lejos de ser un proceso lineal, el ciclo de vida es una trayectoria dinámica conformada por fases que se conectan y se transforman según las circunstancias. Comprender esa progresión es fundamental para anticipar riesgos, gestionar recursos con eficiencia y alinear los resultados con la estrategia organizacional. Por ello, conocer los distintos enfoques de ciclo de vida no es un lujo académico, sino una necesidad práctica para quienes deben equilibrar tiempos, costos, calidad y expectativas de los interesados.

De acuerdo con la Guía del PMBOK (7a. Ed.), El Dominio del Enfoque de Desarrollo y del Desempeño del Ciclo de Vida aborda las actividades y funciones asociadas con el enfoque de desarrollo*, la cadencia** y las fases del ciclo de vida. Por lo tanto, la ejecución efectiva de este dominio se enfoca en los siguientes resultados:

  • Enfoques de desarrollo que son consistentes con los entregables del proyecto.
  • Un ciclo de vida del proyecto que consiste en fases que conectan la entrega del valor del negocio y el valor para los interesados, desde el comienzo hasta el final del proyecto.
  • Un ciclo de vida del proyecto que consta de fases que facilitan la cadencia de entrega y el enfoque de desarrollo necesarios para elaborar los entregables del proyecto. (PMI, 2021).

(*) Enfoque de Desarrollo: Método utilizado para crear y desarrollar el producto, servicio o resultado durante el ciclo de vida del proyecto, tal como un método predictivo, iterativo, incremental, adaptativo o híbrido.
(**) Cadencia: Ritmo de las actividades realizadas a lo largo del proyecto.

El Ciclo de Vida Predictivo (Clásico): la Certeza del Plan

Durante mucho tiempo, el ciclo de vida predictivo, también conocido como “en cascada”, fue el enfoque predominante en la gestión de proyectos. En éste, el alcance, el tiempo y el costo se determinan desde las fases iniciales y cada etapa sigue una secuencia lógica: primero se define, luego se diseña, después se ejecuta y finalmente se valida.

Figura 1. Ejemplo de Ciclo de Vida Clásico (Predictivo)Fuente: (PMI, 2017)


Su gran virtud está en la claridad: cuando los objetivos están bien definidos y el entorno no cambia demasiado, este modelo aporta orden y seguridad. Sin embargo, también presenta una limitación evidente: su rigidez. En contextos donde el cambio es la única constante, resulta difícil volver atrás y ajustar lo ya planificado sin generar sobrecostos o retrasos.

Desde el punto de vista de la planificación, la información de alto nivel se va desplegando en planes específicos que tienden a incrementar su nivel de detalle en la medida en que el ciclo de vida avanza.

Tradicionalmente, el Ciclo de Vida Clásico del Proyecto ha sido concebido contemplando las fases de: a) Inicio del proyecto, b) Organización y preparación, c) Ejecución del trabajo, y d) Cierre del proyecto.


Figura 2. Estructura del Ciclo de Vida ClásicoFuente: (PMI, 2017)


Generalmente se opta por ciclos de vida predictivos cuando:

  • El producto a entregar se comprende bien.
  • Existe una base práctica significativa en la industria.
  • El producto debe ser entregado en su totalidad para que tenga valor para los grupos de interesados.

Las metodologías en cascada son consideradas rígidas, poco flexibles y con muchas restricciones. Una vez terminada cada etapa, se realiza una serie de validaciones que permiten determinar si los entregables cumplen con los requisitos que les habilitan para pasar a la siguiente etapa.

Con todo, no conviene subestimar este enfoque. Proyectos de infraestructura, construcción de plantas industriales o implementación de normas regulatorias siguen encontrando en el ciclo de vida clásico una herramienta confiable.


Ciclo de Vida Iterativo (Incremental): Aprender en el Camino

La práctica demostró que no siempre es posible anticiparlo todo. Así nacieron los enfoques iterativos e incrementales. La diferencia puede sonar sutil, pero es significativa:

  • En lo iterativo, se repiten fases de manera intencional, permitiendo ajustar lo aprendido y afinar el producto con cada vuelta del ciclo.
  • Se van sumando funcionalidades o entregables de forma sucesiva, de modo que el producto final se construye poco a poco. Esto permite que se vaya incrementando el nivel de entendimiento del resultado final por parte del equipo del proyecto.
  • Los incrementos van agregando de forma sucesiva, funcionalidades y características al entregable.

En otras palabras, se trata de una lógica que facilita la incorporación de retroalimentación y la reducción de riesgos. Resulta especialmente valiosa en proyectos complejos, donde el resultado final no puede definirse con claridad desde el inicio. Así, en el desarrollo de un software empresarial, cada iteración puede incluir pruebas piloto con usuarios reales, mientras que cada incremento añade módulos específicos como facturación, nómina o gestión de inventarios.


Figura 3. Estructura del Ciclo de Vida Iterativo/ Incremental



Los proyectos de gran envergadura suelen ejecutarse de manera iterativa precisamente para disminuir la incertidumbre. Este enfoque permite al equipo integrar de forma continua las lecciones aprendidas y ajustar el rumbo entre ciclos. En términos generales, se recurre a este tipo de ciclo de vida cuando:

  • La organización necesita gestionar objetivos y alcances cambiantes.
  • Para reducir la complejidad de un proyecto.
  • Las liberaciones parciales benefician y generan valor para los interesados sin afectar el entregable o conjunto de entregables finales.

La gran ventaja aquí es el aprendizaje continuo: se avanza, se evalúa, se corrige y se vuelve a avanzar. Este modelo potencia la resiliencia del equipo y mejora la alineación con las expectativas reales de los clientes.


Ciclo de Vida Ágil (Adaptativo): Iteraciones Estandarizadas 

En un mundo marcado por la volatilidad, la incertidumbre y la necesidad de innovación constante, los ciclos de vida ágiles han ganado protagonismo.

En esencia, un ciclo ágil es iterativo e incremental, la diferencia estructural radica en que las iteraciones son rápidas, generalmente con unas duraciones y costos fijos. No se exige un catálogo completo de requisitos al inicio, sino que se priorizan funcionalidades y se ajusta el rumbo con cada entrega. La participación activa de los interesados es fundamental: no basta con recibir un producto terminado, se trata de co-construirlo durante el camino.

Son también conocidos como ciclos adaptativos o ciclos orientados al cambio, que buscan responder a niveles altos de cambio y procuran la participación activa y permanente de los interesados. Generalmente, en cada iteración se pueden ejecutar varios procesos de diversa naturaleza.

El resultado es un producto que evoluciona de la mano de quienes lo usarán, reduciendo el riesgo de entregar algo que no responde a las necesidades reales. Además, los métodos ágiles fomentan la motivación del equipo, al permitirle visualizar avances tangibles en lapsos cortos.

Algunas de las razones para utilizar ciclos ágiles son:

  • Generar entregables intermedios.
  • Validarlos con el cliente.
  • Recibir su retroalimentación.
  • Utilizarlos los resultados como insumos de partida en las siguientes iteraciones.

Al comienzo de cada iteración el equipo debe establecer las funcionalidades hacía donde se orientarán los esfuerzos, no obstante, es importante aclarar que para iniciar no se requiere obligatoriamente una matriz detallada de requisitos ni que todos los requisitos estén detallados al mismo nivel. Se va avanzando a través de los ciclos, y en cada iteración se aborda un número específico de características. En la siguiente iteración se irán identificando nuevas características, hasta completar el alcance total.


Figura 4. Estructura del Ciclo de Vida Ágil



Al final de cada iteración el producto debe estar listo para su revisión por el cliente. Esto no significa que se requiera que el cliente acepte la entrega, sino que el producto no debe presentar características sin terminar, incompletas o inutilizables. Los patrocinadores y el cliente deben estar continuamente involucrados en el proyecto para proporcionar retroalimentación a medida que se hacen entregas y para garantizar que el trabajo pendiente asociado al producto refleja sus necesidades actuales.

Generalmente se opta por métodos ágiles:

  • En entornos que cambian rápidamente.
  • Cuando los requisitos y el alcance son difíciles de definir con antelación.
  • Cuando es posible definir pequeñas mejoras graduales que aportarán valor a los interesados.

Existen dos modelos básicos para este tipo de ciclos de vida:

  • Enfocados en las iteraciones: Se basan en ciclos muy rápidos, con una duración de 1 a 4 semanas, en las que se debe realizar el trabajo. En la metodología Scrum, por ejemplo, a cada iteración se le denomina Sprint.
  • Centrados en el flujo del trabajo: Por ejemplo, Kanban en el que se establecen claramente las delimitaciones sobre la secuencia de actividades, utiliza tableros visuales para gestionar el flujo de trabajo y detectar cuellos de botella.

Los ciclos ágiles también han transformado la relación entre cliente y proveedor: ahora los clientes esperan participar activamente, revisar entregas tempranas y priorizar funcionalidades en tiempo real. El alcance global del proyecto se va cumpliendo incrementalmente, en la medida en que se van desarrollando componentes o satisfaciendo requisitos.

Figura 5. Marco de Trabajo de SCRUMFuente: Scrum.org 


Ciclo de Vida Híbrido: lo Mejor de dos Enfoques

¿Qué ocurre cuando ni lo predictivo ni lo ágil, por sí solos, son suficientes? Allí entra en juego el ciclo de vida híbrido, una alternativa cada vez más popular en organizaciones que necesitan combinar certeza y flexibilidad.

  • Un ciclo híbrido toma elementos de los modelos clásicos y de los ágiles, buscando adaptarse al contexto del proyecto:
  • Puede que la planificación inicial (tiempo, presupuesto, objetivos generales) se haga de forma predictiva, para dar seguridad a los patrocinadores.
  • Mientras que la construcción del producto o servicio se aborde con metodologías ágiles, permitiendo ajustes y entregas incrementales.

Por ejemplo, en la construcción de un hospital, la obra civil puede seguir un enfoque en cascada por sus exigencias técnicas y legales, mientras que el desarrollo del software de historias clínicas electrónicas se maneja con Scrum.

Lo híbrido no implica indefinición, sino la capacidad de usar el enfoque correcto en la fase correcta. Para el gestor, implica un reto adicional: liderar equipos que pueden estar trabajando bajo lógicas distintas y asegurar la coherencia global del proyecto.

Este enfoque refleja una madurez creciente en la gestión: reconocer que no existe un modelo universal y que la verdadera habilidad está en saber combinar herramientas para alcanzar los objetivos.


Elegir el Ciclo con Criterio

Frente a la diversidad de opciones, surge una pregunta clave: ¿Cómo elegir el ciclo de vida adecuado? No se trata de modas ni de dogmas, sino de analizar el nivel de incertidumbre, la naturaleza del entregable, la cultura organizacional y, sobre todo, las expectativas de los interesados.

  • Si el proyecto es de bajo riesgo, con entregables claramente definidos, lo predictivo sigue siendo válido.
  • Si la complejidad es alta y la innovación es central, lo ágil será más pertinente.
  • Si se necesita estructura en unas fases y flexibilidad en otras, el híbrido es la mejor respuesta.

El arte de la gestión está en esa capacidad de discernimiento. Como responsables de la gestión, debemos recordar que el ciclo de vida es un marco, no una camisa de fuerza. La clave está en que nos permita alcanzar los objetivos con eficiencia, adaptándonos cuando sea necesario y garantizando valor para los interesados.


Conclusiones

En La Esquina de la Gestión entendemos que cada proyecto tiene su propia narrativa. Algunos se asemejan a novelas clásicas, lineales y bien estructuradas; otros recuerdan a colecciones de cuentos, donde cada capítulo aporta un valor particular; y muchos hoy se parecen a series abiertas, cuyo guion se escribe de la mano de los interesados.

El ciclo de vida no es simplemente un conjunto de fases técnicas, sino la arquitectura que conecta la visión con el resultado. Elegir entre lo predictivo, lo iterativo, lo ágil o lo híbrido implica decidir cómo gestionar la incertidumbre, aprender en el proceso y generar valor sostenible.

Nuestra responsabilidad como gestores es dar sentido a esa arquitectura: capitalizar sus fortalezas, mitigar sus limitaciones y, sobre todo, convertir cada proyecto en una historia de transformación. La verdadera madurez no consiste en aferrarse a un único modelo, sino en cultivar la sensibilidad y la pericia necesarias para combinar enfoques con criterio. Solo así los proyectos se convierten en auténticos espacios de innovación, aprendizaje e impacto organizacional, aun en medio de contextos marcados por la incertidumbre y la complejidad.


Referencias

  • Project Management Institute. (2021). Guía de los fundamentos para la dirección de proyectos (7ª ed). Pennsylvania: PMI Publications.
  • Project Management Institute. (2017). Guía de los fundamentos para la dirección de proyectos (6ª ed). Pennsylvania: PMI Publications.
  • Scrum.org. (2024). What is Scrum?. https://www.scrum.org/resources/what-scrum-module

15 septiembre, 2025

La PMO en la Guía del PMBOK (7a. Ed.): del proceso a la creación de valor

De acuerdo con el abordaje de la Séptima Edición de la Guía del PMBOK®, la Oficina de Dirección de Proyectos (PMO) deja de parecer una ventanilla de trámites para convertirse en la dirección de la orquesta del valor. La arquitectura del Estándar —ahora basada en principios y dominios de desempeño— desplaza el protagonismo desde la adhesión a procesos hacia la creación de valor verificable. La PMO que encaja en este marco ya no vive de listas de chequeo interminables ni de reportes exuberantes; vive de conversaciones con evidencia, de decisiones oportunas y de resultados que los usuarios pueden reconocer. Es un cambio de enfoque, que pasa de custodiar documentos a orquestar capacidades. Y cuando esa orquesta suena, la estrategia deja de ser discurso para convertirse en ejecución.

El contexto explica la mutación. Los proyectos ya no se despliegan en mesas estables: conviven con disrupciones tecnológicas, marcos regulatorios cambiantes y expectativas sociales volátiles. La PMO tradicional, pensada para garantizar conformidad, se queda corta si no es capaz de leer la incertidumbre, negociar prioridades y habilitar aprendizaje rápido. La séptima edición, al ordenar la conversación en dominios de desempeño, nos recuerda que el rigor no desaparece: se reubica. En vez de pedir el mismo ritual a todos, invita a modular la gobernanza según criticidad, exposición al riesgo y madurez del equipo, con una pregunta como brújula: ¿qué mínima estructura necesitamos para que el valor ocurra antes, con menos ruido y con menos retrabajo?

Figura 1. La PMO como habilitador: del proceso al valor



La primera señal del cambio es el lenguaje. La Guía insiste en resultados y beneficios antes que en el culto al proceso. Una PMO útil pone orden, sí, pero sobre todo habilita: comparte prácticas, presta recursos, acompaña a los equipos para que se muevan con soltura entre enfoques predictivos, adaptativos e híbridos. No impone una partitura única; alinea compases. Eso se traduce en mecanismos ligeros que acerquen datos a las decisiones. Para la alta dirección, una página clara con tres focos (beneficios esperados vs. realizados, riesgo agregado del portafolio y capacidad disponible) vale más que un océano de láminas. Para los equipos, menos casillas que llenar y más definición de preparado y terminado, demos que muestran aprendizaje y retrospectivas que producen mejoras concretas.

¿Y la disciplina? Permanece, pero ejercida con criterio. Donde antes se exigía la misma lista de cotejo a cualquier iniciativa, ahora se calibran niveles de control. Un proyecto con impacto en seguridad o cumplimiento normativo exige trazabilidad estricta y puntos de control formales; un experimento exploratorio necesita aire para equivocarse barato. Esta diferenciación no relativiza la calidad: la acerca a su razón de ser. La gobernanza será tanta como el valor la requiera. Y cuando el estándar habla de dominios, legitima esa flexibilidad responsable: la PMO diseña controles que sirven al resultado, no al ritual.

El catálogo de servicios ilustra el viraje. Siguen existiendo estándares y plantillas, pero ya no alcanzan para justificar la existencia de la PMO. Se suman piezas con impacto tangible: priorización por valor y beneficios, acompañamiento en casos de negocio (business cases) con escenarios y sensibilidades, gestión de dependencias entre equipos, apoyo en análisis de capacidad, coaching a sponsors y Product Owners para decidir mejor, y un núcleo de datos que permite comparar iniciativas heterogéneas con un lenguaje común. En organizaciones con fuerte componente ágil, la PMO se transforma en centro de excelencia o en oficina de entrega de valor: difunde prácticas como criterios de aceptación y Definition of Done (DoD)/ Definition of Ready (DoR), promueve tableros Kanban con límites WIP (Work in progress) y ayuda a sincronizar financiación con la cadencia real de las entregas.

El portafolio es el escenario donde la PMO revela su utilidad. El hábito de “coleccionar proyectos” se combate con una disciplina sencilla: revisar la lista con cadencia, decidir qué detener, qué acelerar y qué redefinir. Esa capacidad de decir “no” a tiempo ahorra dinero y libera foco. No se trata de caprichos: una PMO madura justifica las decisiones con señales —adopción de usuarios, reducción del tiempo de ciclo, mitigación de un riesgo sistémico o creación de una capacidad habilitante— y con umbrales acordados por la organización. Cuando una iniciativa avanza, lo hace por evidencia; cuando se cancela, se explica con honestidad y se documentan aprendizajes para no tropezar dos veces con la misma piedra.

Gestionar la incertidumbre es otra frontera. En versiones anteriores, la gestión de riesgos solía vivir como lista aparte. El enfoque de la séptima edición la integra en el dominio de la incertidumbre y mueve la conversación al centro del tablero: ya no basta con enumerar amenazas; importa comprender la exposición total del proyecto y del portafolio, el apetito y los umbrales de riesgo, las reservas disponibles y los disparadores que activan respuestas. La PMO sirve de curador: evita el maquillaje de la complejidad, fomenta hipótesis y experimentos que convierten dudas en datos, y ayuda a ajustar el sistema de trabajo para que el costo del cambio no se dispare. Es menos auditoría y más navegación.

La cadencia importa. No solo la cadencia de entrega —una entrega única, hitos múltiples o ciclos periódicos—, también la cadencia de dirección: los momentos en que la organización guía, financia y reasigna recursos. En entornos adaptativos e híbridos, la dirección sucede a intervalos fijos (al cierre de cada sprint, por ejemplo); en contextos predictivos, se establecen puntos de control formales para revisar avance y recibir retroalimentación. El tipo de entregable y el enfoque de desarrollo influyen en la frecuencia de esas citas, y esas citas marcan el pulso del riesgo. La PMO que diseña bien la cadencia encaja decisiones, métricas y reservas con el ritmo del valor, sin forzar a todos a bailar la misma música.


Figura 2. Cadencia de Entrega y Enfoque de Desarrollo

Fuente: Guía del PMBOK (PMI, 2021, p.46)


El cambio de rol se percibe en lo cotidiano. Una PMO obsesionada con el papeleo tiende a multiplicar formularios y crear embudos de aprobación; una PMO orientada a valor observa dónde se atasca el flujo y actúa con detalles prácticos que no ganan premios, pero sí confianza. Con esa confianza, la oficina puede pedir más: pedir datos mejor curados, comprometer tiempos de respuesta, o frenar iniciativas que diluyen el portafolio. De ese intercambio nace la legitimidad.

De acuerdo con la séptima edición de la Guía del PMBOK (PMI, 2021). las organizaciones con estructuras más planas, iniciativas centradas en el cliente y enfoques de entrega más adaptables pueden adoptar una estructura de Centro de Excelencia Ágil (ACoE) u Oficina de Entrega de Valor (VDO), es este sentido, un ACoE/VDO, pone el acento en habilitar capacidades más que en mandar. Acerca coaching a equipos y líderes, estandariza artefactos mínimos para comparar progreso sin homogenizar metodologías, y ayuda a sincronizar dependencias entre productos. Un hilo frecuente es la financiación por producto: presupuestos que se mueven con el valor, no con la duración del proyecto. La oficina también facilita prácticas de descubrimiento —prototipos, pruebas con usuarios, hipótesis medibles— para validar antes de escalar. Todo para que el gasto más caro, el del retrabajo tardío, sea la excepción y no la costumbre.

Las métricas merecen un aparte. Medir por medir hace daño. La tentación de instrumentarlo todo produce ruido y desata conductas defensivas. La PMO debería pactar con la alta dirección un conjunto compacto, comprensible y estable: beneficios esperados contra realizados, salud del flujo (lead time, throughput, tasa de retrabajo), calidad (densidad de defectos, satisfacción de usuario), y riesgo agregado. En contextos predictivos, valor ganado y variaciones siguen siendo útiles; en entornos ágiles, las métricas de flujo cuentan mejor la historia. Lo esencial es que los números permitan decidir: ¿seguimos, paramos o cambiamos algo ya?

Para que ese sistema eche raíces, hay dos palancas invisibles: talento y cultura. Ningún marco compensa un equipo agotado o una dirección que rehúye la realidad. La PMO de alto impacto cuida perfiles especializados (T‑shaped), promueve rotaciones sanas, crea comunidades de práctica y ofrece rutas de carrera dual (experta y de liderazgo). Y cultiva una cultura de transparencia: reconocimiento al que simplifica, espacios seguros donde un miembro del equipo pueda decir “no llegamos” sin miedo. La oficina deja de ser policía y se vuelve un socio que facilita que la verdad llegue antes a la mesa.


Figura 3. Enfoque Tradicional de los Marcos de Trabajo de las PMO

Fuente: Basado en PMI, 2013


También ayuda una estratificación inteligente. En muchas organizaciones conviene combinar PMO de línea (cerca del negocio), servicios compartidos transversales y una Oficina Corporativa de Dirección de Proyectos (EPMO) que converse con estrategia y finanzas. La EPMO evita el “mosaico inconexo de proyectos” —cada uno con su sistema de métricas atomizado— y ofrece comparabilidad; las PMO de dominio preservan contexto para moverse rápido. No es un organigrama rígido, sino un diseño que permite coordinar sin asfixiar, con reglas claras de escalamiento cuando un problema rebasa el alcance de un equipo.

No faltan riesgos: burocratización, desalineación estratégica, indicadores sin criterio o pérdida de legitimidad. Se mitigan con principios sencillos: mínimo suficiente (poda trimestral de artefactos), reglas de terminación anticipada para proyectos zombis, conjunto de KPI pequeño y útil, y patrocinadores visibles que den la cara. Cuando la oficina cae en alguno de esos vicios, la cura es volver al propósito: estamos aquí para acelerar decisiones que crean valor sostenible. Todo lo demás debería ser accesorio.

Una escena final para medir el avance. El equipo presenta un incremento de producto o un entregable clave. La PMO no está al fondo tomando lista: está facilitando la conversación. Se muestran beneficios y riesgos con honestidad, se presentan alternativas con el lenguaje que la dirección entiende, y se decide sin dilaciones. La reunión termina unos minutos antes y el tablero del portafolio refleja de inmediato el cambio. Nadie celebra por la plantilla perfecta; se celebra por el impulso renovado. Si esa escena todavía suena lejana, quizá sea hora de releer la Séptima Edición con ojos de valor y rediseñar la oficina como lo que siempre debió ser: el orquestador que hace que la estrategia suceda.

Referencias

  • Project Management Institute. (2021). Guía de los fundamentos para la dirección de proyectos (7ª ed). Pennsylvania: PMI Publications.
  • Project Management Institute. (2013). Pulso de la Profesión de PMI: Marcos de trabajo de la PMO. http://www.pmi.org/~/media/PDF/Knowledge%20Center/Spanish/pmo-frameworks-report.ashx
  • Redondo. A. (2016). Oficina de Gestión de Proyectos (Project Management Office - PMO). https://alredsa.blogspot.com/2016/02/oficina-de-gestion-de-proyectos-project.html


21 julio, 2025

De la Gestión de los Riesgos al Dominio de la Incertidumbre en La Guía del PMBOK (7a. Edición)

La séptima edición de la Guía del PMBOK® representa un giro radical en la forma de concebir la dirección de proyectos. Tras muchos años de estructurar la gestión como una secuencia de procesos y áreas de conocimiento, el estándar adopta doce principios y ocho dominios de desempeño que responden mejor a los entornos VICA/VUCA (volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad) dominante. Esta evolución es especialmente evidente en la manera como se aborda el riesgo: se pasa de la subdisciplina acotada de la Gestión de los Riesgos, a un Dominio de Desempeño de la Incertidumbre donde el riesgo es solo una de múltiples facetas. El propósito de este post, es sintetizar y analizar esa transición, ilustrando cómo el nuevo enfoque amplía la mirada, refuerza la creación de valor y se integra con los demás dominios.


De la gestión de los riesgos al gobierno de la incertidumbre 

En las ediciones anteriores de la Guía del PMBOK® el riesgo se gestionaba mediante un flujo lineal: planificar cómo gestionar, identificar, analizar cualitativa y cuantitativamente, planificar respuestas, implementar y controlar. El resultado era un registro de riesgos, matrices de probabilidad–impacto y, con suerte, un conjunto de planes de contingencia. Ese modelo funcionaba cuando los proyectos se desplegaban en entornos relativamente estables, pero muchas iniciativas actuales enfrentan disrupciones constantes: tecnologías emergentes, ciclos regulatorios acelerados, nuevos competidores digitales, pandemias y eventos climáticos extremos. Bajo estas condiciones, el riesgo no se limita a una lista de “cosas que podrían salir mal”, y se asume como la manifestación de un espectro más amplio de incertidumbre. 

El Estándar reconoce esta realidad y crea el Dominio de Desempeño de la Incertidumbre, cuyo objetivo es asegurar que el equipo de proyecto identifique, valore y navegue todas las formas de lo desconocido.  

Este dominio se apoya en la idea de que la incertidumbre no siempre es negativa: también es fuente de oportunidades. Por tanto, gestionar incertidumbre implica generar iniciativas para maximizar el riesgo positivo y minimizar el negativo, equilibrando la exposición global dentro del apetito aceptable para los interesados.


 Figura 1. Esquema del Dominio de Desempeño de la IncertidumbreDominio de Desempeño de la Incertidumbre

Fuente: Basado en (PMI, 2021)



El principio “Optimizar las respuestas a los riesgos” 


El Estándar enumera doce principios; el décimo, Optimizar las respuestas a los riesgos, condensa la filosofía moderna: “los equipos buscan maximizar oportunidades y reducir amenazas, de forma costo‑efectiva y acordada con los interesados”. Este principio introduce cuatro ideas clave:  
  1. Dualidad del riesgo: Amenazas y oportunidades coexisten; ignorar las segundas es desperdiciar potencial de valor.
  2. Alineación con el apetito: La organización define cuánto riesgo está dispuesta a asumir; el equipo calibra sus estrategias para no exceder ese umbral. 
  3. Asignación de propiedad: Cada riesgo relevante debe tener un responsable que disponga de autoridad y presupuesto para ejecutar la respuesta. 
  4. Iteración continua: El riesgo es dinámico, por consiguiente, su gestión requiere revisiones recurrentes, no hitos esporádicos.  En consecuencia, el plan de riesgos ya no es un documento estático sino un “backlog vivo” sincronizado con la revisión de alcance, cronograma, presupuesto y calidad.

 Figura 2. Principio: Optimizar la Respuesta a los RiesgosOptimizar la Respuesta a los Riesgos

Fuente: (PMI, 2021)



Anatomía de la incertidumbre: riesgo, ambigüedad, complejidad y volatilidad 

De forma general, la Guía del PMBOK (7ª Ed.) asume la incertidumbre como la falta de comprensión y conciencia de los incidentes, eventos, caminos a seguir o soluciones a buscar. La incertidumbre se refiere a las probabilidades de acciones, reacciones y resultados alternativos.

Para desenvolverse en este dominio hay que distinguir varios matices:

  • Riesgo: Evento o condición incierta con efecto positivo o negativo en los objetivos.
  • Ambigüedad: Falta de claridad sobre significados, causas o soluciones. La ambigüedad puede surgir de tener muchas opciones o de una falta de claridad sobre la elección óptima.
  • Complejidad; Conjuntos de elementos interconectados cuyo comportamiento agregado es impredecible, y que puede ser difícil de gestionar debido al comportamiento humano, el comportamiento del sistema y la ambigüedad.
  • Volatilidad: Cambios rápidos e inesperados.  

En este sentido, cada matiz demandará tácticas específicas. La ambigüedad se reduce con elaboración progresiva, experimentos y prototipos. La complejidad se aborda con desacople, simulación y diversidad de perspectivas. La volatilidad se mitiga con reservas de cronograma y costo, y análisis de alternativas. El riesgo se gestiona con las estrategias clásicas, ahora integradas en un mosaico más amplio que considera patrones emergentes y aprendizaje adaptativo.

  

Apetito, umbral y riesgo general del proyecto 

El apetito al riesgo refleja el nivel de incertidumbre que los interesados están dispuestos a aceptar en busca de recompensa; el umbral de riesgo cuantifica la variación permitida sobre un objetivo (p. ej., ± 5 % en costo). La séptima edición de la Guía del PMBOK® enfatiza que estos parámetros deben establecerse al inicio y revisarse cuando el contexto cambie.

Un concepto que se fortaleció es el riesgo general del proyecto: la exposición agregada proveniente de todas las fuentes de incertidumbre. No basta con vigilar los riesgos individuales; hay que monitorear si la suma de amenazas y oportunidades mantiene la iniciativa dentro de un rango aceptable. Si el riesgo global excede el apetito, se activan estrategias a nivel portafolio: posponer, redefinir alcance o incluso cancelar.


El riesgo general a menudo depende de la complejidad, la ambigüedad y la volatilidad. Las respuestas al riesgo general del proyecto son las mismas que para las amenazas y oportunidades individuales, aunque las respuestas se aplican al proyecto en general en lugar de a un evento específico. Si el riesgo general en el proyecto es demasiado alto, la organización puede optar por cancelar el mismo. (PMI, 2021).


Estrategias revisadas para amenazas y oportunidades 

El equipo del proyecto debe buscar de forma anticipada los riesgos durante todo el ciclo de vida, con el fin de prevenir o reducir el impacto negativo y las consecuencias de las amenazas y, a la vez, aprovechar o potenciar el impacto positivo o efectos de las oportunidades. Para ambos tipos de riesgo existen diversas estrategias de respuesta que pueden prepararse con antelación y aplicarse cuando la situación lo requiera. El catálogo de cinco tipos de estrategias para hacer frente al desafío derivado para cada uno de los riesgos se mantiene, pero se contextualiza: 


Oportunidades:

  • Explotar: el equipo interviene directamente para asegurar que la oportunidad se concrete.
  • Escalar: se traslada al patrocinador u otra instancia porque la oportunidad rebasa el alcance o la autoridad del proyecto.
  • Compartir: se asigna la responsabilidad a un tercero capaz de aprovechar mejor el beneficio.
  • Mejorar: se incrementan proactivamente la probabilidad o el impacto positivo, idealmente desde fases tempranas.
  • Aceptar: se reconoce la oportunidad sin planificar acciones adicionales, observándola hasta que surja la ocasión de actuar.

 Figura 2. Estrategias para hacer frente a las OportunidadesEstrategias para hacer frente a las Oportunidades



 Amenazas:

  • Evitar: eliminar por completo la amenaza o aislar el proyecto de sus efectos.
  • Escalar: remitir la amenaza a los patrocinadores u otro nivel, cuando excede el alcance o la autoridad del director del proyecto.
  • Transferir: ceder la responsabilidad a un tercero que asuma y gestione el riesgo y sus posibles consecuencias.
  • Mitigar: reducir de forma proactiva la probabilidad o el impacto de la amenaza, preferiblemente desde etapas tempranas.
  • Aceptar: reconocer el riesgo sin acciones proactivas; puede ser aceptación pasiva (sin reacción) o activa (preparar un plan de contingencia para ejecutarlo si se materializa la amenaza).

 Figura 2. Estrategias para hacer frente a las Amenazas
Estrategias para hacer frente a las Amenazas

La diferencia entre los tipos de estrategias está en la velocidad y en la experimentación: el estándar alienta acciones tempranas y prototipos para convertir hipótesis en datos. Además, subraya la importancia de documentar riesgo residual (lo que queda tras la respuesta) y riesgos secundarios (los creados por la misma respuesta).

 

Herramientas para navegar la incertidumbre 

Gestionar la incertidumbre demanda una cultura de transparencia: se recompensa la detección temprana y no se penaliza al mensajero. Las revisiones semanales de estatus, las retrospectivas (Scrum) y las sesiones de lecciones aprendidas son vehículos para actualizar el registro de incertidumbre, reasignar reservas y ajustar prioridades. Las métricas evolucionan de contar riesgos a medir tendencias: densidad de defectos, tiempo de ciclo (lead time) hasta cerrar un riesgo, tasa de oportunidades capitalizadas, variación del riesgo general en el tiempo, entre otras.

Entre de las técnicas y herramientas que pueden ser de gran utilidad para afrontar los desafíos de la incertidumbre, se encuentran:

  1. Matrices de probabilidad–impacto renovadas con factores de ambigüedad y volatilidad.  
  2. Histogramas y simulaciones Monte Carlo para riesgo agregado.  
  3. Modelos EMV / ROI Ajustado al riesgo que sitúan decisiones en clave financiera.  
  4. Tableros Kanban orientados a riesgo, donde cada impedimento visible se trata como señal de incertidumbre emergente.  
  5. Reservas para contingencias y de gestión,
  6. recalibradas conforme cambian los supuestos.  
  7. Revisiones de cadencia corta (stand‑ups, demos, retrospectivas) para detectar y responder de forma temprana.

Nota: La séptima edición introduce el concepto de cadencia como el ritmo que marca el momento y la frecuencia con que se liberan los entregables—ya sea una única entrega, hitos múltiples o lanzamientos periódicos—y, al mismo tiempo, regula cómo se ejerce la dirección del proyecto: en enfoques adaptativos e híbridos esa guía y el intercambio de conocimiento siguen intervalos fijos (p. ej., al cierre de cada sprint), mientras que en modelos predictivos se concretan en puntos de control formales para revisar el progreso y recibir retroalimentación.

 

Conclusiones  

La Guía del PMBOK® Séptima Edición no rechaza la gestión de riesgos tradicional: la trasciende al ubicarla dentro de un espectro más amplio. Al concentrarse en el Dominio de Desempeño de la Incertidumbre, los equipos ganan una brújula que señala no sólo dónde están las amenazas, sino también dónde habita la innovación.

El director de proyecto del siglo XXI necesita combinar pensamiento sistémico, disciplina financiera y mentalidad experimental para transformar incertidumbre en ventajas competitivas que fortalezcan el despliegue estratégico de la organización. Quien domine este arte entregará proyectos más resilientes, generará confianza en los interesados y abrirá espacios para oportunidades que, bajo una óptica puramente defensiva, habrían pasado desapercibidas.


Referencias

  • Project Management Institute. (2021). Guía de los fundamentos para la dirección de proyectos (7ª ed). Pennsylvania: PMI Publications.
  • Redondo, A. (2016). Áreas de Conocimiento de la Dirección (Gestión) de Proyectos.  http://alredsa.blogspot.com.co/2016/02/areas-de-conocimiento-de-la-direccion.html